lunes, 4 de diciembre de 2017

El ciudadano ilustre

Siempre cuesta encontrar las primera palabras con las que empezar un texto. Esto puede servir de metáfora a la decisión del protagonista de El ciudadano ilustre de aceptar la invitación de su pueblo, del que huyó cuando tenía veinte años y que le llevó a ser premio Nobel de literatura, motivo por el cual recibe la invitación y el galardón de ser ciudadano ilustro de la población.
Daniel Mantovani, el protagonista, asume el ocaso de su carrera al recibir el mencionado premio. Éste supone la puntilla definitiva a su incapacidad creativa, que lleva arrastrando desde hace unos años. Esta incapacidad es la que le induce a rechazar centenares de invitaciones a eventos de lustre y postigo, a entrevistas, a clases magistrales, y, también a rechazar la invitación de su pueblo. Al final, rectifica su decisión y decide viajar a Salas, una población en medio de una vasta llanura lejos de Buenos Aires, justificándolo por el hecho de ser el evento menos protocolario y estandarizado que el resto.
A pesar de haber huido de Salas, esta población es de la que emana toda su creación literaria, es el cimiento sobre el que se asienta su obra literaria y, por ende, la consecución de tan preciado galardón.
El regreso es todo un choque para todo el mundo, tanto el escritor como para sus paisanos. El shock se produce ya desde el aeropuerto, cuando van a recogerlo y, a mitad de camino, revienta la rueda del desvencijado coche que lo transporta y han de pasar la noche en medio del campo; y se completa con la llegada al hotel, poco más que una pensión, en la que tienes que llamar a la recepción para poder tener aire acondicionado.
La película discurre entre momentos surrealistas, de puro humor negro, de absurdo constante, pero el fondo en el que transcurre, el escenario, que no es otro que Salas, un escenario trágico, pobre, oscuro.
La película es todo contradicciones y opuestos enfrentados constantemente: el político y el artista; el artista famoso y el artista (o intento) local frustrado; el escritor envejecido y el joven aspirante a escritor; la fama y el anonimato; el que huye y el que se queda; el traidor y el leal; el interés por el famoso y el desinterés por la cultura; la familia y el individuo.
Durante toda la película está presente la cuestión de las cosas tienen que ser como tienen que ser, no como podrían ser o como, por justicia (poética o no) deberían ser. Esto queda retratado en la participación de Mantovani como jurado en un concurso de pintura. En la selección de obras, se van eliminando algunas que, por motivos de practicidad, deberían ser, no solo finalistas, sino premiadas, entre ellas un retrato del Papa Juan Pablo II. En la entrega de premios, los finalistas son obras inicialmente descartadas, a lo que se añade, la ausencia de uno de los jurados, por motivos que, no siendo explicados, son evidentes.
A parte del papel de Mantovani, protagonista absoluto de la historia, destaca el de su amigo de la infancia, que encarna todos los rasgos de lo más reprobable de la sociedad: es un poco el cacique el puebol, es arrogante, maleducado, revanchista (hace hincapié en el hecho de haberse casado con la que fue novia de Mantovani), machista, violento, posesivo y un bufón. La actuación es brillante, hace que el personaje sea tan real como caricaturesco.
Es una película cíclica, una vuelta al pasado para seguir adelante. Esto se materializa en dos escenas en las que Mantovani es paseado, encima de un vehículo, por las calles del pueblo: la primera, al llegar, como el héroe que vuelve del frente, saludando y recibiendo los parabienes de la población; la segunda, es de noche, saliendo del pueblo, como el reo que va camino del patíbulo, sabiendo a ciencia cierta cual es su destino.
Esta visión cíclica se materializa en que la vuelta al origen es la que consigue que vuelva a escribir y a publicar.
Creo que tiene un par de personajes a los que podría haber explotado más, que, curiosamente, son dos mujeres: la que fue su novia de juventud y la hija de éste, que como él, está deseando huir de aquel miserable pueblo. 

lunes, 13 de noviembre de 2017

Sabates grosses.

Un horror, un despropósito, una sinrazón a todos los niveles: guión, interpretación, ritmo narrativo, dirección, música, reparto...
¿De qué va? Se supone que es un retrato de la nueva Barcelona fruto de los últimos acontecimientos políticos y de su creciente papel como destino turístico mundial, desde el punto de vista de un rico de los de rancio abolengo y fortuna heredada venido a menos y de dos porteras. Luego aparece la hija, que no se sabe hasta el final (reviento la peli para evitar que alguien caiga en el sopor más absoluto y los intentos de suicidio al salir de la sala), de uno de los miembros de la banda que asaltó el "tren de Glasgow", un sobrino de esta que viene a reclamar su parte, un cura vividor interpretado por ¡horror! Pedrito Ruiz, bueno lo de interpretar es un decir. Metido con calzador para hablar de la doble moral nacionalcatolicista.
Ni tiene sentido, ni ritmo narrativo, ni nada y todavía menos gracia. Tiene pinta de ser una peli para que unos cuantos actores puedan cotizar algo y seguir sobreviviendo en la miseria que viene el ser ignorados en los cástings actuales. Este es el único propósito que le encuentro, y si es así, es lo más honesto de la película.
De los casi 100 minutos me quedo con una reflexión alrededor del tema del proceso soberanista catalán. La hija del ladrón, escocesa, reflexiona sobre si España puede cambiar o no y su conclusión es que para qué va a querer Madrid cambiar España si ya tiene la España que quiere.
Y ya.
Lo mejor que puede hacer Ventura Pons, si el nivel va a ser éste, es seguir promoviendo iniciativas como la del Texas, películas en V.O. de reestreno a tres euros.

martes, 22 de agosto de 2017

L'alta societat (Ma Loute)

Inclasificable. Creo que mi opinión se podría resumir en esa palabra, con todas las connotaciones que tiene, tanto positivas como negativas. Y la película, las tiene, las positivas y las negativas.
La película intenta hacer un retrato exagerado de las relaciones entre la alta sociedad y los pescadores más miserables de un pueblo del norte de Francia. En la trama se muestran las relaciones familiares de la familia bienestante, la forma de vida de los pescadores, la relación entre el hijo mayor de los pescadores y la hija de uno de los hermanos adinerados y la investigación llevada a cabo por una pareja de policías, caracterizados como Oliver y Hardy. De toda esta trama, el hilo que quizás es más fácil de seguir, más estandar, por decirlo de algún modo, es la relación entre Ma Loute, el hijo de los pescadores y Billie, la hija de la señora Van Peteghem (la familia adinerada). El resto, es bastante difuso, va y viene si mucho sentido, y cuesta de hilar.
Creo que la película abusa de la ridiculización de los tópicos y estereotipos: la exageración de la miseria y la sequedad de los pescadores, el director usa largos planos estáticos, con expresiones adustas, duras de los pescadores; la exageración en la admiración de la belleza de la naturaleza por parte de los ricos, con una repetición en bucle de los típicos comentarios de admiración; el amaneramiento de las expresiones y de la gestualidad de la alta sociedad. Pero este no es el problema más grave, el problema es de guión y de metraje, tal como está concebida la película, el metraje es excesivo, ya que las pausas dramáticas y contemplativas de muchos planos alargan innecesariamente la película, pudiendo desarrollarla de otra manera. El problema de guión es que no hay historia suficiente como para explicar una historia con un ritmo adecuado, la película se llena de vacíos absolutos, que no hacen evolucionar la trama, que no llevan a ningún sitio, ni aclaran qué sucede, por qué sucede y cuál es su motivación.
La película es infinitamente superior en el aspecto visual que en el resto y es una lástima, por que hay tema, por que se intuye muchas cosas que no acaban de concretarse y que hacen que no puedas interiorizar la película.
La intención de sátira y ridiculización es patente, desde el primer momento en el que aparecen los Van Peteghem, que son el objeto de la burla, por eso son tan exagerados, demasiado exagerados. Hay un par de escena sobre la contemplación de la naturaleza que son de lo mejor de la película: por un lado los Van Peteghem y los policías contemplando la belleza del lugar y de las vistas, absortos, impresionados por el paisaje. En un momento dado, alguien le comenta al sr. Van Peteghem, sorprendido por su exagerada loa, que sí que es muy bonito, pero que ellos lo contemplan cada año cuando vienen de visita, con la consiguiente justificación basada en el humo del aludido. En otra escena, Billie le hace el mismo comentario a Ma Loute, que le responde con toda tranquilidad, que bueno, que igual sí, pero que es lo que ve cada día cuando sale de casa. Ese dardo a la exageración a la que tendemos todos al contemplar un rincón de singular belleza, está muy bien conseguido.
El resto de la película es ir rellenando, dejando pinceladas de los comportamientos sociales de cada grupo, de cómo cada uno guarda sus vergüenzas para mantener la apariencia dentro del lugar que se ocupa en el mundo. 
Es una lástima que con tan grandes actores (Luchini, Bruni-Tedeschi, Binoche) se acabe haciendo este sinsentido, quizás mi nivel de sarcasmo o ironía no estaba ajustado ese día, pero me temo que no era solo eso, que el director y el guionista habían puesto también de su parte.
Uno de los personajes más destacados es la sirvienta, que con sus respuestas le da el contrapunto a las órdenes de los señores Van Peteghem, dejando en evidencia las convenciones sociales que obligan a actuar de determinada manera.

lunes, 21 de agosto de 2017

Capità Fantàstic (Captain Fantastic)

No tengo claro cual era la intención del guionista ni del director con esta película, cuál es el fondo de la misma, ni la crítica que lleva explícita.
Parece una mezcla entre el buen salvaje y el socialismo utópico, con una buena dosis de ilustración y intelectualismo exacerbado. No me entendáis mal, que de todo lo anterior no tengo queja, pero todo así, a bocajarro, para una sociedad en la que la estética, la moda y lo que está a la última, mediatizan nuestro pensamiento, creo que provoca el efecto contrario al que pueda pretender, puede llegar a ridiculizar lo que pretende poner de relevancia (pensamiento crítico, valores, cultura), al rodearlo de una estética trasnochada (no hace falta vestir como un hippy para criticar la estética y lo superfluo de la moda) y una disciplina casi espartana que la acerca a la tiranía, que en principio pretende criticar.
La película trata sobre un padre y sus seis hijos, que viven lejos de un mundo que no tiene en consideración nada más allá del consumismo, la estética, la moda y el dinero, que tienen a su madre internada en un centro hospitalario para intentar paliar una grave enfermedad mental.
El padre educa a sus hijos entre el enciclopedismo ilustrado y el perfecto superviviente catastrofista. Al educarlos aislados, en un ambiente de disciplina espartana, tanto física como intelectual, cada vez que tienen que relacionarse con el resto de la gente, les produce un gran impacto.
Tras el suicidio de la madre, a pesar de la negativa del padre de ésta, deciden acudir a una ceremonia que no es la que ella había dejado escrito en su testamento. En este momento se da el mayor impacto entre los niños y jóvenes criados en la montaña y el campo con la vida en la ciudad. Es el gran momento de conflicto de la película, entre una forma sui generis de entender la vida y la vida occidental. Es un conflicto a todos los niveles: social, ideológico, educativo, cultural, vital. La manera que tiene la película de plasmar dicho choque es con el hijo mayor, cuando yendo a comprar o camino del funeral, se relaciona con chicas de su edad: su manera de hablar, su forma de pensar, su forma de actuar, es un impacto de doble dirección. Son dos cotidianeidades (ojo al palabro) que sorprenden la una de la otra, al parecerle la otra totalmente absurda.
Uno de los hijos decide quedarse con sus abuelos, cosa que no acepta el padre, que monta un "operativo" para rescatarlo, lo que provoca que una de sus hijas caiga del tejado y se produzca serias heridas, que casi le cuestan la vida. Aquí es donde comienza la tibieza de la película y se diluye la crítica. El padre, que cultiva cuerpo, espíritu y cerebro, se torna desconfiado y duda de su capacidad para cuidar de sus hijos y le generan dudas sobre sus valores que le hace renunciar a sus hijos.
La película está tan mal enfocada que en una escena en la que una niña de siete años deja en evidencia a sus primos adolescentes, en lugar de parecer una critica sobre la falta de cultura y curiosidad intelectual, parece un reproche a la sapiencia y el saber en general.
Vamos, que no le he encontrado el qué, que tiene escenas graciosas, divertidas, pero que no deja claro hasta donde llega la critica a lo que fuera que se criticase. 
Pd.: Esto es producto de redactar a ratos y sin releer, o sea, que de coherencia y orden, nada.

lunes, 10 de julio de 2017

La pazza gioia (Boges d'alegria - Locas de alegría)


Hacía meses que no iba al cine, y como no hacía tarde de playa, pues al cine a ver que se cocía por el Texas. ¿La elección? Pues no tenía ganas de ver otra peli de la Guerra Civil (Incerta gloria) y no creo que estuviese preparado para ver Cabeza borradora.

Es una tragicomedia, con la locura como telón de fondo, la locura como enfermedad mental, donde los arrebatos producto de la enfermedad de manifiestan en cualquier momento, de cualquier forma y con toda la intensidad, tanto de insensatez como de violencia.
Nos encontramos con una aristócrata, Beatrice, recluida en una propiedad de su familia donada para usos de asistencia social, en este caso un internado para enfermos mentales, que siendo, intermitentemente, consciente de su reclusión, sigue viviendo la ficción de ser una noble encerrada a causa de una injusta decisión judicial. Mientras vive esa ficción, rodeada de más enfermas, de extracciones sociales más humildes, llega una nueva interna, Donatella. La novedad despierta una gran curiosidad en Beatrice y decide tomarla bajo su protección.
La película va discurriendo con la introducción de las enfermedades que asolan las personalidades de las dos protagonistas: una bipolaridad en Beatrice y una depresión grave en Donatella. El motivo de la enfermedad de Beatrice no se explicita, se intuye un complejo de eterna juventud y enamoramiento perpetuo, pero poco más. En cambio, en Donatella sí que se conoce el motivo, la pérdida de la custodia de su hijo y el menosprecio y abandono por parte de todos aquellos que la rodean y la deberían haber protegido o, por lo menos, quererla: su madre, egoísta, avariciosa e iluminada; su padre, un bala perdida, intento de músico y fracaso consumado y el padre de su hijo, un chulo de discoteca, que tiene una familia normal y para quien, Donatella, no fue más que una conquista más.
En una de las salidas para ir a trabajar, a raíz del retraso del transporte que las han de recoger, Beatrice y Donatella deciden irse por su cuenta, a disfrutar de esa libertad que tanto añoran.
En este viaje, que no llega para que la película sea una road movie, aunque ese guiño hay, vuelven al pasado de ambas, primero al de Donatella, con el reencuentro con el padre de su hijo, que le provoca un altercado que acaba con sus huesos en un centro psiquiátrico. En ese momento, Beatrice vuelve a su pasado, a ver a su ex-marido y abogado, y comienza a indagar en la vida pasada de Donatella, descubriendo que ésta ha perdido a su hijo como consecuencia de un intento de suicidio e intento de asesinato.
Esta vuelta al pasado, vuelve a repetirse más adelante, con el regreso de Beatrice a la casa donde vive su madre y al reencuentro de Donatella con su hijo.
La película resultó mejor de lo que esperaba, sobre todo por la actuación de las protagonistas, están soberbias, espléndidas, sus personajes son totalmente creíbles. Valeria Bruni-Tedeschi está soberbia, interpretando a esa mujer de la alta sociedad, tan snob, tan elitista, con esos ramalazos de solidaridad caritativa hacia el más débil o desafortunado. Micaela Ramazzotti no le va a la zaga, clava a esa joven sufridora, depresiva, reforzado por ese físico vulnerable y liviano y esa expresión de melancolía perpetua que exhala su rostro.
El resto del reparto es bastante anecdótico, intrascendente, quizás el elenco de las que interpretan al resto de enfermas mentales, en su actuación coral, puede destacarse, pero las protagonistas lo son tanto, que todo que difuminado.
El trato del tema de las enfermedades mentales, que es la cuestión que flota en el ambiente, es un como un decorado teatral. Está presente durante todo el tiempo, pero en ningún momento se profundiza en la problemática. Solo hay un momento de reflexión sobre el tema, cuando Donatella le explica a Beatrice cómo llegó a tomar la determinación de tirarse al mar y cómo le quitaron la custodia de su hijo. Pero no va más allá, ni siquiera en cómo las autoridades sanitarias tratan el tema, más allá de la reclusión, ni si se plantean alternativas. Creo que eso nunca estuvo en la cabeza del guionista.
Supongo que el guionista quería vender algo de esperanza, sobre todo cuando las protagonistas tienen esos momentos de lucidez, que hacen que empatices y que esperas su recuperación. Pero al final, la realidad se impone y cada una sigue con sus problemas.
Como comedia es bastante digna, con algún topicazo, pero muy efectiva con grandes dosis de acidez y sarcasmo. Como drama, es muy débil, apenas incide en la problemática general, y un poco más en la de las protagonistas.
Como ya no está en cartelera, salvo en Barcelona y quizás en el Texas que han abierto en Valencia, pues si buscáis algo que ver en las plataformas digitales, es bastante recomendable para pasar una buena tarde. 

lunes, 6 de marzo de 2017

Yo, Daniel Blake

Ken Loach es sinónimo de crítica social, de poner el dedo en la llaga de aquello que debería ser un derecho para todo el mundo, pero que por el contrario se ha convertido en un tortuoso camino, que en ocasiones, lleva a un callejón sin salida.
Iba a hacer un pequeño resumen de la historia, pero no es relevante, quiero decir que no es una historia que guarde giros inesperados, sorpresas, aparezcan personajes singulares que marquen la película. No, en eso Loach es bastante atípico, no esconde nada, no es su intención. Al contrario, su intención es ser claro y mostrar las cosas como son. La historia como tal no es importante, es lo que muestra lo que importa, el mensaje no el guión.
Ante tanta claridad, Loach es contundente, mordaz, irónico e implacable. El inicio de la película es bastante elocuente: un cuestionario entre un trabajador de la sanidad pública, de una empresa a quien se le ha externalizado el servicio, y el protagonista, sobre su capacidad. El cuestionario se hace en fundido en negro, con solo las voces de los dos actores, como muestra de lo opaco que es el sistema. La conversación deja en evidencia al sistema de salud y servicios sociales británicos, ya que el evaluador es un trabajador y no un médico, el cuestionario está lleno de preguntas irrelevantes sobre la afección de Daniel.
Daniel pierde su prestación, pero no puede trabajar, su médico se lo ha prohibido, dado el riesgo de volver a sufrir un infarto. Mientras va a reclamar a la oficina de prestaciones sociales (incapacidad y desempleo), ve como a una joven madre, Katie, se la intenta sancionar por llegar tarde a su cita. Joven sin recursos y en paro, que tiene que irse a Newcastle desde Londres para poder tener una vivienda, bastante lamentable, y dejar de vivir en un cuarto.
A partir de ese momento, se establece una relación de complicidad entre las dos víctimas del sistema y del procedimiento de asistencia social. Un fallo en el procedimiento de comunicación del resultado de la evaluación provoca que Daniel quede en precario y que sabiendo la resolución, no puede apelar, puesto que, habiendo recibido la segunda notificación, no puede hasta que reciba la primera.
Loach no anda con miramientos a la hora de mostrar lo duro que puede ser vivir sin ingresos y sin la posibilidad de trabajar. Muestra con crudeza el sacrificio de la gente sencilla, como muestra la escena en la que Daniel acompaña a Katie a un banco de alimentos y como, mientras va recogiendo cosas, Katie abre una lata de conservas y comienza a comer desesperadamente, ya que ha sacrificado su comida para sus dos hijos. La crudeza de la escena es total, es un puñetazo directo a la boca del estómago del espectador.
La crítica a las incongruencias de la asistencia social es total. Daniel tiene que ir tramitando la ayuda para desempleados en paralelo, hasta que tenga la respuesta oficial sobre la incapacidad. Para esto ha de buscar activamente trabajo, aunque no está en condiciones. El absurdo llega cuando recibe una llamada en la que le ofrecen trabajo, pero tiene que rechazarlo por su enfermedad.
Por otra parte critica la incapacidad del sistema para ofrecer empleos a la gente, obligando a tener que buscar alternativas al margen de la legalidad: un vecino de Daniel se dedica a la reventa de calzado de marca que viene desde China y Katie se ve abocada a hacer de prostituta, ante la imposibilidad de encontrar trabajo limpiando. Ambos buscan esta vía por desesperación (Katie no puede comprar ni unas zapatillas a su hija) o por hartazgo (el vecino, trabajos temporales, a horas o menos, a precios ridículos).
Loach también le da lo suyo a internet, bueno, a que todo se tenga que gestionar por internet sin tener en cuenta a aquella población, la gente mayor y de oficios manuales, que no tienen un mínimo de conocimiento tecnológicos, la primera vez que Daniel coge un ratón es muy ilustrativa, exagerada, pero ilustrativa.
Es una película muy realista, tanto en interpretaciones como en ambientación. Los actores están muy bien, incluso todo el elenco de secundarios. Como todas las películas, esta también tiene un pero, el desenlace, bueno, la parte que liga el desarrollo de la historia con el desenlace de esta, desde el momento en que Daniel descubre que Katie se prostituye hasta la vista por la reclamación de su subsidio. Son dos brochazos, dos secuencias rápidas que no muestran como ha habido la reconciliación que se plasma en el final de la película.

lunes, 27 de febrero de 2017

Tarde para la ira.

Sangre, familia y venganza. Esas tres palabras definen perfectamente lo que hay en esta película.
Es una historia de venganza, donde la sangre es protagonista en dos vertientes: sed de sangre y la sangre como vínculo familiar. Hay una frase durante una fiesta de comunión, que resume perfectamente toda la película, no recuerdo si es literal, pero poco me he de desviar: "Es la sangre, Josete, la sangre, la familia".
El vínculo sanguíneo el que hila toda la historia. La sangre como pilar de la familia, lo que une la sangre, el vínculo que crea, los sacrificios que comporta. Todo por la familia. LA FAMILIA.
Sobre la historia en concreto, se trata de un hombre atormentado, retraído, hundido que quiere saber quienes son los culpables de que él no tenga lo que todos tienen, una familia. Y saber tiene consecuencias, José, el protagonista (Antonio de la Torre) busca aplicar la justicia que la ley nunca llevó a cabo. Para conseguirlo, se hace asiduo del bar con el que está relacionado la única persona que está relacionada con el atraco y que acabó en la cárcel. Éste es Chema, la mujer del cual parece ser el oscuro objeto de deseo de José, pero con el devenir de la acción se sabrá cual es la intención final de ese deseo.
José consigue llamar la atención de Chema, sobre todo cuando consigue alejar a su mujer del barrio. En ese momento comienza la búsqueda, en la que acaba conociendo la verdad. El resto es para ir a verlo.
La película está bastante bien, con unos personajes atormentados, salvo el dueño del bar que es el cuñado de Chema. Son los dos protagonistas, junto a Ana, la mujer de Chema, los que reflejan ese tormento interior que es vivir sin expectativas, sin un futuro y con una rutina pesada, plomiza, que asfixia, que no deja entrever un destello de esperanza en el horizonte.
De la historia me chirría la descontextualización de José y su llegada al bar. Está ahí como caído del cielo, una secuencia relacionando a Chema con el bar, no estaría de más, la haría algo más coherente.
Otra cosa que me dejó algo sorprendido, sobre todo con como se presenta José, es la ejecución de sus planes. Uno en un arrebato, que no pega nada con su carácter, y el otro, parece más cerebral, pero que se desarrolla en un par de secuencias. Al personaje le van otro tipo de resolución, más del segundo tipo y con más preparación. Quizás está hecho así para que sepa la verdad. Esa pregunta es para el guionista.
Como comentaba un amigo en su blog, es una película que parece de los 70-80, con unas geografías más de esos años que de la actualidad, con el barrio y el pueblo, como reflejos y refugios de la familia. La estética es muy de esos años, ambientarla en la actualidad habrá sido para ahorrar en decorados y atrezzo y no preocuparte por incongruencia cronológicas del tipo romanos con relojes de pulsera.
Ira, ira, pues solo hay un rato y un arrebato; el resto es más venganza y sed de sangre. Y la familia, sobre todo hay que darlo todo por la familia, la que se tiene, la que se tuvo y la que no se podrá tener.

lunes, 6 de febrero de 2017

La doctora de Brest.

Volvimos al Texas después de mucho tiempo, ya se sabe, las Navidades, el tiempo, el frío, el huir algún día de la gran ciudad...

Las opciones, a la hora habitual, eran dos y las dos francesas: L'avenir y La doctora de Brest. Y la elección fue por la última.

Tengo la impresión que la entrada va a ser corta, todo lo contrario que la película, larga, casi dos horas, donde lo que predominan son dos cosas:
  1. La indefinición de la película: sobre el género, sobre el guión, sobre los actores. Sobre lo único que no hay indefinición es sobre el bando por el que toma partido. 
  2. El papel de la protagonista, la doctora Iréne Frachon, que absorbe todo el metraje, salvo cuatro excepciones. En este caso, los secundarios lo son por mor del guionista.
La película trata sobre la lucha obstinada de la doctora Frachon para que se retire un medicamento para la diabetis, pero que se usa y publicita como un producto contra la obesidad, al comprobar que provoca graves cardiopatías como efecto secundario. Es la típica lucha de David contra Goliath, en la que, ¡oh, sorpresa! gana David.

Lo que esconde la historia está bien, tiene sentido y no es un tema de broma, que no es otra cosa que el control y la evaluación de los medicamentos por organismos estatales para evitar que estos se conviertan en un riesgo para los enfermos en lugar de ser la vía para la cura de sus enfermedades. Nos esboza el poder de las grandes farmacéuticas y su influencia en todos los órdenes públicos: universidades, funcionarios, políticos; nos muestra las rigideces de los organismos públicos a la hora de cambiar una decisión previa, ya sea por presiones externas como por quedar en evidencia y no realizar su trabajo como debieran. Pero ya.

El problema de la película es de indefinición: no se sabe si es una tragedia, un drama o una comedia. El guión va dando bandazos, de un lado a otro, con un ritmo alterado constantemente, con aceleraciones que parece que hagan acabar la película o con unas pausas que parecen que no se acabe nunca. Aparecen personajes como por arte de magia, sin justificar su presencia, cuando acaban siendo fundamentales en la denuncia, menos en la trama.

El protagonismo de Sidse Babett Knudsen es tan aclaparador que parece que sea un quasi monólogo. Brilla en su papel más cómico, donde lo borda. En el aspecto dramático, flojea, salvo en el alegato final de la causa, donde desborda seguridad, conocimiento y carácter. Pero esto no basta para salvar la película.

Sé que el tema no es banal, pero creo que si se hubiese mantenido el tono humorístico, la película hubiese ganado mucho, sobre todo, por que los representantes de la farmacéutica están caracterizados de forma ridícula, de una manera demasiado gruesa y evidente.

Obvia decir que está basada en un caso real, que todavía está en los tribunales y en el que las víctimas siempre son la última mierda. Lo único positivo, el medicamento fue retirado.

Tuve que padecer esto por no padecer la alineación de Luis Enrique contra el Athletic del sábado.