lunes, 7 de noviembre de 2016

Mustang

Es una película de contrastes, de choque, de confrontación, de opuestos.
En la Turquía actual, cinco hermanas huérfanas bajo el cuidado de su abuela y de su tío, acaban las clases e inician las vacaciones de verano. Todo se precipita cuando, al salir del último día de clase, deciden ir hasta el mar a celebrar las vacaciones, el verano y la libertad, con otros compañeros y amigos del colegio.
Todo se precipita cuando una vecina, enfundada en su rigoroso y opresivo pañuelo, le explica a la abuela lo indecente de esa euforia juvenil y descarga de alegría e impulsividad.
Desde ese momento, se cierne sobre ellas la más absurda e implacable represión moral, que se materializa con su encierro en casa, el cambio de vestimenta y un intensivo entrenamiento para ser designada la ama del año de la Turquía profunda, que viendo la deriva de Erdogan, casi sobra lo de profunda.
Una vez iniciado el adiestramiento, el siguiente paso es buscar maridos y concertar matrimonios, para lo cuál, hay que asegurar la virtud de las jóvenes, lo que intentan conseguir convirtiendo, paulatinamente, la casa en una prisión (se levantan muros, se colocan verjas...) como reacción a cada intento de huida de la monotonía y de esa presión moral por ser la perfecta mujer casamentera.
La secuencia que más me impactó fue la del partido de fútbol, bueno con las escenas previas entre la menor de las hermanas y el tío, cuando le pide ir a un partido, pero le dice que hay mucha violencia e invasión del campo. Pero a causa de esto, las autoridades deciden que al próximo partido solo acudan mujeres. Es entonces cuando planean marchar e ir al partido. La escena es una catarsis, una explosión de emociones contenidas y constreñidas por el encierro al que son sometidas. Es como si fuese una noche en una discoteca, como una fiesta de liberación. A parte, es una de las escenas más divertidas, puesto que la abuela las ve en la tele y se dedica a sabotear las instalaciones eléctricas del pueblo para evitar que las vea su tío por televisión y el castigo y su ira, sean mayores, si cabe.
Por el lado más amargo y trágico, está las secuencias en las que son exhibidas como ganado en venta, al ir al centro del pueblo; y las escenas en que las familias negocian y acuerdan las bodas.
Cuando hablo de contrastes me refiero a que se enfrentan dos mundos opuestos: las jóvenes a los mayores o los viejos; la libertad contra una moral constreñidora; la tradición a la modernidad; la costumbre a los nuevos anhelos; el campo a la ciudad; lo masculino a lo femenino.
La película tiene un tono alegre y con toque cómicos al inicio, pero que se va amargando con el paso del metraje, se oscurece, la amargura de otros se va virtiendo sobre las hermanas, pero acaba con una cierta esperanza, a pesar de las tragedias y sin sabores que va relatando.
En la película está muy presente la presión de la tradición y de la moral, hasta niveles que hacen que la vida sea irrespirable. Es una presión terrible para todos los personajes, tanto los que ejercen la presión moral como para quien la recibe. Es esa contradicción del "quien bien te quiere, te hará llorar". La presión social agobiante que se acentúa en esos lugares recónditos, alejados de la modernidad y de ambientes más libres y tolerantes. La distancia, como otra muestra de enfrentamiento de dos realidades, de dos mundos, ya que están a mil kilómetros de Istambul.
Es una buena película, que te hace reflexionar, pero que deja muy abiertas las historias de las hermanas, sobre todo las que se casan, son como flecos que quedan sin solucionar, como si fuese irrelevantes. 
Es una película coral, sin un protagonista definido, pero en el que la hermana menor toma un peso mayor que el resto, supongo que es el hecho de ser consciente del futuro que le depara y que no podrá gozar de la libertad, que hasta ese momento, gozaron el resto. Eso la hace ser la que más empeño pone en huir.