lunes, 9 de mayo de 2016

45 años.

Hemos vuelto al Texas, al final, entre pitos y flautas, nos ha costado más de un mes. En esta ocasión, hemos visto 45 años, con Charlotte Rampling y Tom Courtenay, al que no asocio con otras pelis, pero he visto que salía en Doctor Zhivago.
Durante la semana previa a la celebración del 45 aniversario de la boda de Geoff y Kate, éstos reciben una carta donde se le comunica a Geoff que han hallado el cuerpo de Katia, un amor de juventud, que murió en un accidente de montaña, en los años 60, cuando intentaban pasar de Suiza a Italia, atravesando los Alpes.
A partir de aquí los sentimientos, los recuerdos y la relación se ven sometidos a una tensión en constante crecimiento. La película es contradictoria, no sé si sabré explicarme. El ritmo es lento, pero los celos que anidan en Kate, se desarrollan a una velocidad desmedida, desde que conoce la noticia y observa la reacción de Geoff, invadido por la nostalgia y por lo que podría haber sido y no fue, por la vida con el primer e idealizado amor.
Los sentimientos se desatan calladamente, en una semana, se trastorna la apacible vida de retiro que lleva la pareja. Como la irracionalidad de los sentimientos anidan en dos personas de formación elevada, culta y de una racionalidad a prueba de bombas, pero es la noticia lo que desata la irracionalidad en ambos. En él, por la nostalgia y añoranza por el amor primigenio y, en ella, por los celos, por sentirse como un segundo plato y por no sentirse amada de la misma manera, con la misma intensidad. 
La noticia y la reacción de Geoff hacen que Kate empiece a revisar toda su vida en común, todo su pasado, y el por qué de todas las decisiones. Entre ellas, la de no tener hijos. La película es lenta, lo que la mata, pero no es predecible, lo que la salva, creo que todo el mundo espera que a Geoff se le vaya la pinza y pille un avión a Suiza, pero no pasa, creo que es algo bastante irrelevante.
El fondo de la película es la reflexión sobre las renuncias, el amor, los celos, las decisiones tomadas y su irreversibilidad. 
Yo cuando etiquetan las películas me dejan perplejo. En esta ocasión han decidido que sea un drama romántico. Claro que es un drama, lo de romántico, pues bueno, si a la añoranza por el amor perdido se le puede llamar romanticismo, pues véndelo así, pero que me sobran las etiquetas compuestas. A ver si es fácil, de reir (o con esa intención), comedia; no de reir, drama; cantan, musical; y poca cosa más. 
¿Recomendarla? Pues no sé que decir, para mí superó mis expectativas, tiene el problema del ritmo, bueno más que ritmo, metraje, sobran momentos contemplativos de planos de paisajes, pero que no están injustificados, el tema y lo que se quiere expresar lo pide. Los actores están muy bien, es complicado si el guión y la historia son medianamente normales y coherentes y no obliga a éstos a sobreactuar ni a hacer ejercicios surrealistas.
A ver para cuando cae la próxima.