viernes, 27 de julio de 2018

Coses de l'edat.

Si lo de Terra ferma fue bastante lamentable, Cosas de la edad se lleva la palma. Es de esas películas que te puede hacer renegar del cine francés.
La película trata sobre Guillaume Canet, interpretado por el propio Guillaume Canet, un actor de 42 años que durante el rodaje de una película en la que interpreta a un padre de una joven de 20 años, la actriz que la interpreta le comenta que es un poco soso en comparación con la nueva generación de actores jóvenes.
A la vez, está casado con Marion Cotillard, que se interpreta a sí misma, que está en el apogeo de su carrera, lo que supone otra piedra que cargar sobre su frágil autoestima.
Todos estos acontecimientos, sumados al tipo de papeles que le empiezan a ofrecer y otros a los que se presenta y los rechaza, desencadenan la típica crisis de los cuarenta, o sea, volver a ser un adolescente. El punto álgido de esta crisis llega con una fiesta en la que tras una gran borrachera, acaba siendo atendido por emergencias. Este incidente acaba en las redes sociales, donde acaban haciendo mofa pública del personaje. A consecuencia de esta difusión, su participación en el rodaje de su última película acaba como el rosario de la aurora, tras estallar en una escena y acaba siendo despedido.
Justo antes de que lo despidan, empieza a visitar un cirujano plástico, para rejuvenecer. Acaba convirtiéndose en un adicto, lo que provoca que su mujer lo deje y él se vuelca más en la cirugía, los gimnasios y los anabolizantes. Desde ese momento, su relación consiste en el cuidado del hijo en común, hasta que Marion recibe un desastre de noticia, el papel para el que lleva preparándose desde hace tres años, no se lo dan. Lo que provoca una llamada de madrugada a Guillaume y se desata la pasión.
Al final, el Guillaume hipermusculado recibe una oferta para hacer una serie en Florida, una especie de Lassie en versión cocodrilo. Serie en la que acabará Marion haciendo de su partenaire.
La película no tiene por donde cogerse, lo que empieza siendo una película en la que verter una mirada irónica acaba convirtiéndose en una parodia de película, no en una película paródica, que es lo que intenta realizar en la parte final de la película, pero es tan exagerado que da vergüenza ajena.
Es que no sé que decir, salvo un par de escenas, no hay nada. A lo que hay que añadir un metraje excesivo a todas luces, con ochenta minutos escasos podría haber salido algo digno, visible y con sentido.
Cotillard bien, Canet aceptable, pero el problema es el guión. El tema de las crisis existenciales por cuestiones de edad es un tema recurrente, manido pero que se le puede sacar partido, pero no es el caso.

Terra ferma.

Sinceramente no le he encontrado el sentido a la película. Quiero decir que no hay un interés por tratar algún tema desde una determinada perspectiva intentando darle un enfoque crítico o, como mínimo, exponiendo una problemática. 
Nos encontramos con una pareja de lesbianas que viven en un barco en los canales que hay en Londres, y supongo (ya que no he estado) que deben de confluir en las proximidades del Thames, vamos el Támesis. Una de ellas, Eva, quiere ser madre, mientras que la otra, Kat, prefiere esa vida errante, discurriendo entre los canales, viendo fluir la vida, como fluye su barcaza.
Para conseguir su propósito, Eva se conchaba con un amigo barcelonés de Kat, que tras una noche de borrachera (nefastamente interpretada) consiguen convencer a Kat para tener un hijo. Una vez convencida, empiezan los preparativos para la inseminación, qué ¡oh, sorpresa! la realizan con una jeringa y en la barcaza, topicazo de alternativismo. Se van narrando las atribulaciones que sufren, desde quedarse embarazada, con los inevitables fracasos; el quedarse embarazada y perderlo; y el final del embarazo final.
Me ha parecido una película bastante floja, salvo la interpretación de Natalia Tena, el resto es bastante lamentable, tanto el papel de David Verdaguer como el de Oona Chaplin, bueno la interpretación y los personajes. Se intenta otorgar a cada personaje un rol, una tipología, un prototipo, en definitiva, un tópico: Kat, la lesbiana marimachizada; Eva (hasta el nombre es un topicazo, la madre de la humanidad), la sensible, la que desborda maternidad, la delicada de la pareja; y, Roger, otro topico de cabo a rabo, un personaje de esos que va en contra de todos los cánones que rigen la normalidad social, pero que acaba concentrando todos los tópicos del que va a contracorriente, siendo, al fin, otro que va siguiendo las normas de ser uno que va contra las normas.
Es una película plana, con escaso interés, no profundiza en ningún de los temas que están expuestos en la película: la vida en común entre parejas homosexuales, las dificultades para la maternidad de estas parejas, los derechos... pero lo deja todo de lado para profundizar en el egoísmo de las protagonistas; el de Kat, por querer su vida en un barco y con Eva y el de Eva, por querer ser madre a costa de cualquier cosa. Este egoísmo llega a su culmen en el momento en que Eva pierde al hijo que espera, Kat se desentiende bastante de ella y acaban separándose. Pero al final, hay un topicazo de final feliz.
Al final, lo único destacable son los temas que poner sobre la mesa la madre de Eva (Geraldine Chaplin), que es que va a pasar con el padre y si han firmado un contrato sobre los derechos y renuncias de éste sobre el futuro hijo y sobre cómo van a mantener a ese hijo, viendo la vida bohemia que llevan.