lunes, 27 de junio de 2016

El juez

Hoy tocaba cine francés. Entre lo que había a las seis de la tarde, por descarte, ha tocado esta. La elección ha sido un acierto en un 33%: Un guión inconexo, un desarrollo irregular pero unos grandes actores, sobre todo Fabrice Luchini, que interpreta al juez.
El problema de la película es de guión y de coherencia en el hecho narrativo. Hasta que no llevas casi una hora no sabes cual es el motivo de la película. Tal como empieza, sugiere que va a ir sobre los entresijos de un tribunal penal francés, de su estructura, de la convivencia entre los miembros de todo el tribunal, sobre todo de aquellos que quieren conseguir el puesto del presidente del tribunal. Todo esto se deduce de las primeras escenas, pero se acaba diluyendo en cuanto comienza el juicio. Es entonces cuando parece que la película será el típico filme de tribunales y como van las estrategias de la defensa, de la acusación, de la fiscalía, pero tampoco, por que al final no deja de ser el escenario en el que se inscribe la acción. Es durante la elección del jurado, que adivinamos cuál es la historia que quiere explicar la película, que no es otro, que una historia de amor.
Y es una lástima, por que los actores están fantásticos, todos, incluso los secundarios que van pasando por el tribunal como testigos o los que forman parte del jurado, el trabajo de casting ha sido muy bueno.
Igual el director, Christian Vincent, tenía la intención de articular tres historias en paralelo dentro de un mismo escenario, pero no lo ha conseguido, yo creo que por las limitaciones del guión y su desarrollo y, quien sabe, si a consecuencia del montaje. 
La película intenta conjugar tres géneros en uno: el drama, el humor y el romance, y, sinceramente, solo sale airoso del último, sin ser una ñoñería ni sensiblería ni ser empalagoso. Lo endulza con ese tono poético que utiliza el juez para recuperar el amor de la médica que lo atendió tras un accidente.
Intenta darle un tono humorístico e irónico, pero en muchos momentos son como una pincelada en un mural gigantesco, con lo que no llega a calar en el tono de la película. Es en un par diálogos finales, en los que consigue que ese tono irónico y ese humor que hace que se te dibuje una sonrisa sin necesidad de estropearlo con una carcajada.
El tono dramático lo da el juicio, que versa sobre la muerte de un bebé de siete meses, en el que se acusa al padre de matar a su hija de una patada, sobre todo cuando debe testificar la madre del bebé, creo que la actriz hace un papel soberbio, en ella se intuyen el miedo, la frustración, el dolor, la marginalidad. La tensión entre la madre y el padre con el juego de miradas y la expresión corporal es de lo mejor de la parte del juicio.
Hay dos reflexiones importantes en la película, que salen del desarrollo del juicio y por parte de la boca del juez: la primera es sobre la actuación policial en las diligencias, sobre como es posible de hacer las cosas a medias, de como presumir los hechos y una culpabilidad y como guiarlo y plasmarlo en los pertinentes informes; la segunda, es sobre la verdad, la ley y la justicia, donde el juez acaba diciendo que la justicia solo sirve para reafirmar el imperio de la ley, que no se encarga de la verdad, puesto que la verdad solo la conocen los implicados y, en ocasiones, ni ellos mismos, dependiendo de la carga de estimulantes en su organismo.
Realmente es una pena que la peli haya quedado tan floja, cuando había tan buena materia prima, por lo menos en el lado de los actores. Es lo que pasa cuando un guión no es suficientemente bueno, que el buen trabajo de otros queda eclipsado por la incapacidad de saber explicar una historia.
Una cuestión marginal pero interesante, la historia no está ambientada en París, como podría haberlo estado, el acusado no deja de ser un habitante de una banlieu. 
Mi recomendación es que si la alternativa es la televisión de sobremesa, esta película es mucho mejor, pero no tanto como para dedicarle una tarde en un cine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario